Muchos de los alimentos que ingerimos de forma habitual aportan a nuestro organismo una serie de ácidos grasos que son esenciales para que nuestro cuerpo funcione de forma adecuada y obtenga toda la energía que necesita de manera natural. En este sentido existen varios tipos de ácidos grasos y, entre ellos los denominados ácidos poliinsaturados, que son los más saludables. Es el caso del conocido como ácido Omega 3, presente en todos los tipos de pescado azul y encargado de aportarnos mejoras cardiovasculares y neuronales, o el caso del Omega 6, que se encuentra en los aceites vegetales y funciona en nuestro cuerpo como un antiinflamatorio natural. El problema es que estos ácidos grasos no pueden ser sintetizados por nuestro cuerpo, por lo que la única forma de obtenerlos es a través de una alimentación variada y saludable.
En el punto opuesto a estos ácidos grasos saludables, existen otros tipos de ácidos grasos que no aportan casi o ningún beneficio a nuestro organismo, como ocurre en el caso de las grasas trans y las grasas saturadas. Este tipo de grasas trans y saturadas suelen utilizarse de forma habitual en los alimentos procesados (por ejemplo, la bollería industrial) por ser un sistema mucho más económico y más duradero para el comercio y las ventas en el sector de la alimentación de masas que nos rodea, pero que a la larga puede afectar seriamente a nuestra salud.
Una seria batalla contra el colesterol
Las grasas saturadas y las grasas trans son el caballo de Troya que debemos evitar en la medida de lo posible para gozar de una buena salud. Ingerir este tipo de grasas produce un aumento de los niveles de LDL o niveles también conocidos como colesterol “malo”, haciendo que, a su vez, se disminuya el nivel de HDL o colesterol “bueno”.
Un exceso de productos procesados hará que tengamos exceso de peso, nos encontremos más cansados y seamos más propensos a sufrir enfermedades cardíacas o cualquier tipo de diabetes, por poner otro ejemplo, en un futuro. Eso sí, deberíamos tener en cuenta que evitarlo es tan fácil como moderar el consumo de estos alimentos, siempre procurando hacerlo sin necesidad de volvernos locos y caer en exageraciones y restricciones tan severas que acaben perjudicando igualmente nuestra salud a la larga. Existen unos niveles recomendados que nos dicen que en torno al 25% de nuestra ingesta calórica diaria debería ser aportada por las grasas saludables y que, como mucho un 1% o un 2%, puede proceder de las grasas trans o saturadas.
Pero no todas las grasas trans y saturadas provienen de productos procesados, ya que también se pueden encontrar en otros productos naturales y sin tratar como la carne o la leche. En cualquier caso, aunque existan determinados productos no procesados que contengan este tipo de grasa, son mucho menos perjudiciales para nuestro organismo que, por ejemplo, las que contienen los siguientes alimentos, los cuales deberíamos evitar a toda costa y en la medida de lo posible:
- Galletas
- Patatas fritas.
- Tartas, pasteles, bollos.
- Margarinas.
- Congelados ultra procesados.
Estos son solo algunos ejemplos, pero existen muchos más. De manera que, si crees que tu alimentación no es del todo sana, deberías hacer urgentemente un cambio de hábitos en la dieta.
Pautas para evitar el exceso de grasas trans
- Cuando vayamos a nuestro supermercado debemos vigilar bien qué tipo de productos echamos a la cesta. Una buena planificación semanal de nuestra alimentación será una pieza clave para mejorarla. Según la FDA, todos los productos deben tener una etiqueta informativa donde se indique si contienen grasas trans y saturadas, y gracias a dicho etiquetado podremos verificar cuáles son aquellos alimentos que son más propensos a contenerlas y cuántos gramos aportan a nuestro organismo cada 100gr. de este tipo de productos.
- Muchos productos incluyen además otro tipo de etiquetas donde se informa sobre cuál es el porcentaje que está libre de grasas saturadas o trans, es decir, si se dan menos de 0,5 gr. por cada 100 gr. de producto.
- Si debido a nuestro trabajo o por cuestiones de ocio, comemos fuera de casa habitualmente, deberemos vigilar lo que comemos, ya que muchos restaurantes utilizan productos de baja calidad con un alto contenido de grasas trans y saturadas. Lo ideal, en este sentido, es procurar pedir siempre lo más sano que haya.
- Para ganar la batalla al colesterol deberemos también incorporar a nuestra alimentación frutas y verduras, siendo estos alimentos una pieza fundamental en nuestra pirámide nutricional. Las frutas y las verduras, lógicamente, no nos aportarán grasas trans, pero sí nos aportarán vitaminas y sales minerales muy necesarias para regular nuestro organismo.
- Cuando compremos leche, podemos elegir la etiquetada como 0% M.G, es decir, 0% materia grasa. Si no la encuentras disponible en tu centro de compra habitual, siempre está la posibilidad de recurrir a la leche desnatada.
- Otra buena recomendación es la de comprar frutos secos, como nueces y almendras, ya que de ellas se obtienen los ácidos grasos omega 3 que, junto con un buen pescado azul como el salmón o la caballa, aportan a nuestro organismo el 25% necesario de grasa saludable diaria.
- No olvides usar en el cocinado aceite de oliva virgen extra, pues será nuestro gran aliado en todas las comidas. Gracias a sus grasas poliinsaturadas, alimentarnos nos aportará cada día una pequeña dosis de grasas beneficiosas para el organismo sin perjudicar nuestra salud.