Relación Obesidad y alimentaciónMotivo final de la obesidad, el desequilibrio energético
Aunque es bien sabido que la obesidad responde a una serie de causas entre las que se cuentan la incidencia genética, las costumbres alimentarias familiares, ciertas enfermedades endocrinas y algunas condiciones psicológicas, entre otras, el exceso de peso guarda una relación directa con la alimentación.
Cuando existe un desequilibrio entre la cantidad de calorías que se ingiere y el gasto energético que realiza el organismo, el excedente de grasas comienza a acumularse, provocando sobrepeso. La obesidad afecta a millones de personas en todo el mundo y representa un gran peligro sanitario, ya que favorece la aparición de numerosas dolencias que suponen riesgo de muerte, además de agravar gran cantidad de patologías.
Alimentación perjudicial y poca actividad física
Los malos hábitos alimentarios se han acentuado y globalizado durante las últimas décadas. Este fenómeno es comprobable en la mayoría de las sociedades modernas en las que las dietas saludables han sido reemplazadas en gran medida por alimentos ricos en calorías, grasas y azúcares, aunque pobres en nutrientes esenciales, vitaminas y minerales. De este modo, existen cada vez más personas obesas y mal alimentadas, transmitiendo estas elecciones erróneas de generación en generación. De hecho uno de los mayores problemas lo tenemos a la hora de saber cómo educar a los hijos, es esencial transmitir poco a poco una cultura de mejora en los hábitos alimenticios y de actividad con nuestros hijos para conseguir que en el futuro no caigan en costumbres poco saludables.
Por otra parte, el estilo de vida actual no beneficia el desarrollo de una actividad física constante y sostenida. El sedentarismo se impone en todos las ámbitos de la vida, reduciendo las oportunidades de movimiento, desplazamiento y ejercicio.
Dietas saludables
Conociendo los factores fundamentales que provocan la obesidad, no es difícil deducir cuáles deberían ser los pasos a seguir para combatirla. En buenas cuentas, reducir el consumo de calorías y aumentar la práctica de ejercicio físico es la fórmula perfecta para lograr una ecuación energética negativa en la que el total de la ingesta diaria resulte inferior al gasto calórico realizado. Sin embargo, todo tratamiento destinado a bajar de peso debe ser constantemente supervisado por un especialista, encargado de elaborar un plan individualizado que contemple las necesidades alimentarias básicas de cada persona. Las dietas rápidas y milagrosas que no ofrecen variedad y calidad de nutrientes no son en ningún caso una buena alternativa y pueden provocar problemas de salud en lugar de solucionar los inconvenientes causados por el sobrepeso.
Claves en la lucha contra la obesidad
El objetivo primordial de los tratamientos para perder peso es la modificación de los malos hábitos alimentarios y la incorporación de reglas nutricionales saludables que se mantengan a lo largo del tiempo. En definitiva, se trata de un proceso de reeducación que permita aprender a alimentarse adecuadamente y a abandonar las rutinas sedentarias. De nada vale seguir una dieta privativa durante algunos meses sin cambiar las costumbres históricas de alimentación, ya que una vez concluida, los kilos perdidos volverán a aparecer y, en muchos casos, el peso corporal será mayor al inicial.
La obesidad puede ser una enfermedad que debe ser tratada de por vida, en algunas situaciones, como en el caso de la obesidad mórbida, los tratamientos requieren incluso de intervención quirúrgica. Algunos de los principios generales que deben respetarse para evitar el sobrepeso son: limitar el consumo de grasas y azúcares, aumentar la ingesta de verduras, frutas, legumbres y cereales integrales y desarrollar actividades físicas periódicas.