La obesidad se define como una acumulación excesiva de tejido graso, y aunque son múltiples los factores que intervienen en su aparición, es la falta de actividad física y una dieta con exceso de calorías las que la favorecen. La obesidad es hereditaria, pero igualmente pueden desencadenarla factores relacionados con el sistema nervioso o el endocrino, que interviene también en la regulación del metabolismo y las emociones. Es por este motivo que la obesidad en muchos casos se debe a un desorden alimenticio generado por un problema emocional. La obesidad no debe ser una fuente de complejos, pero resulta necesario tratar de evitarla y luchar contra ella, pues padecerla conlleva numerosos riesgos para la salud.
Problemas de salud vinculados con la obesidad
Enfermedades vasculares:
El sobrepeso y la obesidad aumentan el riesgo de padecer arterioesclerosis, es decir, de acumular en las arterias depósitos de placa (grasa, calcio, colesterol y fibrina). Esta enfermedad ocasiona el estrechamiento de las arterias coronarias, que limita la llegada de oxígeno al corazón, y con el paso del tiempo, podría debilitar el corazón y generar insuficiencia cardiaca o arritmias. Además de endurecer las arterias, la placa puede llegar a romperse, formando un coágulo de sangre. Si el coágulo bloquea la arteria coronaria puede dar lugar a una angina de pecho o un ataque cardiaco, y si bloquea el paso de la sangre en el cerebro, a un derrame cerebral. Los estudios también han demostrado la relación entre la obesidad y la hipertensión, enfermedad que favorece igualmente la enfermedad coronaria, la insuficiencia cardiaca, los accidentes cerebrovasculares o la insuficiencia renal.
Diabetes:
La diabetes es una enfermedad crónica que se padece cuando el organismo no elabora la insulina necesaria o no es capaz de utilizarla eficazmente. La obesidad está relacionada con la diabetes mellitus tipo 2, que supone una acumulación de glucosa en la sangre porque la insulina generada no es suficiente o no produce el efecto adecuado. Esta diabetes puede estar causada por la obesidad, una mala alimentación o falta de ejercicio, y aunque en muchos casos no es necesario inyectar insulina, sí que es imprescindible controlar la situación con una dieta sana y actividad física. Las personas que padecen diabetes pueden llegar a tener problemas de salud graves, pues unos niveles altos de azúcar afectarán con el tiempo a vasos sanguíneos, corazón, sistema nervioso, vista –retinopatía– o riñones, e incluso favorecerán las infecciones.
Osteoartritis:
El sobrepeso contribuye igualmente a la aparición de la osteoartritis, enfermedad que afecta al cartílago de las articulaciones. Cuando el cartílago se desgasta los huesos se rozan, lo que produce dolor, inflamación e incluso dificultad para mover la articulación. También aumentan para las personas obesas las probabilidades de padecer cálculos en la vesícula biliar (pues la mayoría están compuestos por colesterol), o de que esta no funcione correctamente a causa de un aumento de tamaño. Está igualmente comprobado que el sobrepeso favorece algunos tipos de cáncer, como el de mama, colon, endometrio y vesícula biliar, y en las mujeres puede además originar desarreglos menstruales e infertilidad.
Apnea del sueño:
La obesidad favorece asimismo la apnea del sueño, trastorno que consiste en realizar prolongadas pausas en la respiración mientras se duerme o efectuar respiraciones superficiales, lo que impide que el sueño sea de calidad. Las personas obesas también sufren a menudo el síndrome de hipoventilación, que contribuye a que la sangre sea pobre en oxígeno y contenga excesivo dióxido de carbono, e igualmente se ha comprobado que la obesidad favorece el desarrollo del asma y que la gravedad de esta enfermedad aumenta si lo hace el grado de obesidad.